Cuando hablamos de “acoso escolar” nos estamos refiriendo a situaciones en las que uno o más alumnos persiguen e intimidan a otro a través de insultos, rumores, vejaciones, aislamiento social, motes, agresiones físicas, amenazas y coacciones, pudiendo desarrollarse a lo largo de meses e incluso años, siendo sus consecuencias ciertamente devastadoras, sobre todo para la víctima, pero también para los espectadores y para el propio agresor. Para referirse a estas situaciones de acoso, intimidación y victimización entre iguales, es frecuente encontrar también el término inglés “bullying”.
No se puede calificar de acoso escolar o “bullying” situaciones en las que dos estudiantes a un mismo nivel discuten, tienen una disputa o se pelean.
¿Qué tiene que ocurrir para que estemos ante un caso de acoso escolar o “bullying”?
– Deseo inicial obsesivo y no inhibido de causar daño, dirigido contra alguien indefenso.
– El deseo se materializa en una acción.
– Alguien resulta dañado. La intensidad y la gravedad del daño dependen de la vulnerabilidad de las personas.
– El maltrato se dirige contra alguien menos poderoso, bien sea porque existe desigualdad física o psicológica entre víctimas y actores, o bien porque estos últimos actúan en grupo.
– Tiene lugar de modo reiterado. Esta expectativa de repetición interminable por parte de la víctima es lo que le da su naturaleza opresiva y temible.
– Se produce con placer manifiesto. El agresor disfruta con la sumisión de la persona más débil.
Debes recordar que el maltrato entre compañeros tiene que ser comunicado a otras personas que no estén involucradas.
No hay que dejar que el silencio lo aumente y dé pie al agresor a abusar con más intensidad.
Algunos chicos y chicas creen que, cuando son acosados, lo mejor es callarse y pasar desapercibido, pero esto a menudo agrava la situación. Debes recordar lo siguiente: Tú solo posiblemente no puedas hacer frente a un acoso reiterado de un grupo de compañeros. No es ninguna vergüenza pedir ayuda. Hazlo y seguro que alguien te escuchará. Cuéntaselo a alguien, a un amigo, a un compañero, a un profesor o a tus padres. Busca protección en otros compañeros, no andes solo; busca amigos con quien relacionarte. Respétate a ti mismo. Piensa que nadie tiene derecho a tratar mal de forma reiterada a otro. Sé firme en la convicción de que tú vales tanto como cualquier otra persona. Intenta no mostrar miedo. En cuanto puedas, expresa tus sentimientos a alguien en quien puedas confiar y que pueda ayudarte a trazar un plan de actuación. Hazle saber al profesor tutor lo que te ocurre y que te gustaría que en clase se hablara de la convivencia, sin tener que centrarse en tu problema en particular.
Pero sobre todo, no rías las presuntas gracias de los que se meten con otros.