Un protocolo de colaboración establecido entre distintas entidades, a nivel público y particular, ha permitido que miles de kilos de pescado fresco terminen en la mesa de las familias más desfavorecidas, en lugar de ser destruidos.
Tenemos que remontarnos al mes de diciembre de 2010, cuando la Guardia Civil gaditana solicitaba la colaboración altruista del Ilustre Colegio de veterinarios de Cádiz para que certificara si las 43 toneladas de cou-cous que servían de tapadera para intentar “colar” un alijo de droga, terminaran en el banco de alimentos y no siendo destruidos.
A partir de ahí se iniciaron una serie de colaboraciones puntuales, que desembocaron hace 13 meses, en la firma de un protocolo de colaboración altruista entre la Guardia Civil, el Colegio de Veterinarios, el Banco de alimentos y otros generosos colaboradores particulares.
El procedimiento para que el pescado incautado en la provincia pueda llegar a las familias que lo necesitan, con todas las garantías sanitarias, se inicia tras recibir la llamada de la Guardia Civil que ha realizado una incautación de alimentos perecederos, por cualquier infracción a la normativa vigente en materia de consumo. De manera inmediata se activa el protocolo y se procede a recoger la mercancía en el punto indicado por los guardias civiles, los cuales realizan el decomiso bajo la entrega del correspondiente recibo. Sea cual sea su lugar de incautación, la mercancía es trasladada por voluntarios y voluntarias del Banco de Alimentos a las cámaras frigoríficas de la ‘industria solidaria’.
Es allí a donde se traslada el “veterinario solidario” autorizado, el cual realiza los controles sanitarios necesarios para certificar que dichos alimentos son perfectamente consumibles. Los resultados de los análisis, son comunicados al Banco de Alimentos, mientras se tramita la documentación necesaria, por parte de la autoridad sancionadora competente, para que la mercancía pueda ser distribuida por el Banco de Alimentos a los centros benéficos entre los que son finalmente distribuidos.
Cuando se obtienen todos los documentos que certifican y garantizan que los alimentos incautados pueden ser consumidos por la población, se distribuyen entre los distintos comedores y centros benéficos con todas las garantías, mientras tanto han estado en las cámaras frigoríficas a la espera de la “Luz Verde” para su distribución.
De esta forma, el pasado 2015 se han repartido casi 9.000 kilos de pescado entre quienes menos recursos tienen.