El retrato de la fiesta indomable

Por Pedro Manuel Espinosa. Jefe de área de Local de Diario de Cádiz.

CUANDO la censura franquista prohibió la celebración de los carnavales en toda España, el de Cádiz se disfrazó de Fiestas Típicas para dar rienda suelta a su ingenio burlesco, para no quitarse la máscara y seguir gestando un germen que, con la llegada de la democracia, sirvió de modelo a toda Andalucía, a una Andalucía que se preparaba para el estallido de su autonomía. Para que esa excepción del régimen se produjera fue necesario un desastre: la explosión de Cádiz del 18 de agosto del 47 que arrasó la ciudad y la desvistió de expectativas e ilusiones. Un año más tarde, en el verano del 48, viejos coristas se agruparon para cantar tangos antiguos en una fiesta privada a la que asistió Carlos María Rodríguez de Valcárcel, gobernador civil y jefe provincial del movimiento, quien al comprobar la exaltación popular decide viajar a Madrid, junto a algunos prohombres de la ciudad, para solicitar un permiso especial que haga posible recuperar un sucedáneo de Carnaval que sólo sobrevivirá un año al dictador, ya que en 1976, unos meses después de la muerte de Franco, ya se produce un clamor popular a través de las coplas para un retorno de la fiesta a febrero, algo que se consigue en 1977. Ese mismo año aparece en el Falla la comparsa Nuestra Andalucía, con letra de Pedro Romero y música de Aurelio del Real, que reivindica el andalucismo y pone el teatro gaditano patas arribas portando la blanca y verde. Uno de sus pasodobles más emblemáticos decía así: Es nuestra Andalucía/la criada de España/y basta ya decimos/de verla tan despreciada./Por los cuatro costados/yo me siento andaluz,/y en Cádiz tuve mi cuna/al arrullo de la espuma/y tres mil años de luz./Despeñaperros para abajo/eso es lo mío./Lo mas sublime y más hermoso/que Dios creó./Una tierra tan llena de arte/y de valor./Que por nobles/nos toman por tontos,/en la nación se equivocan/con nuestra región./ ¡Basta! de ser la Cenicienta/que ya estamos hartos/de falsas leyendas./¡Basta! de roer la conciencia/de los andaluces con mil penitencias./A esta tierra entre todos/hay que levantar./Y demostrar, lo que son los andaluces/que sin el traje de luces/también sabemos luchar./Y por instinto natural/a toda España podemos enseñar/lo que es la democracia/porque esta es la cuna/de la Libertad.

Otra letra que ha quedado grabada en la mente de los aficionados es la de la comparsa portuense Raza Mora, de Diego Caraballo, que alude a la muerte de Caparrós, uno de los episodios más tristes en el camino hacia la autonomía andaluza. El comienzo de ese pasodoble dice así: Un 4 de diciembre muere un malagueño/una bala traidora le quitó la vía/tan solo porque estaba queriendo a su pueblo/y alzando la bandera de su Andalucía./Seguro que la mano que apretó el gatillo/no importa de qué lado ni de qué partido/es una mano sucia de alma retorcida/¿Por qué razón, por qué razón?/señalaron con sangre la fiesta de los andaluces/con un asesinato que a nada conduce/pues no renunciaremos a nuestra autonomía.

Veinte años después, en 1998, Antonio Martínez Ares recuperaría a Caparrós con Los Piratas para entonar estas estrofas en uno de sus pasodobles más emblemáticos: (…) Tarde de espanto,/Málaga entera llorando,/mataron a Caparrós, Caparrós./Y las cadenas, cayeron nuestras cadenas/y bailaron las estrellas,/suspiraron los abuelos,/no había ya en el mundo entero/batallón que nos pudiera./Y las cadenas/y el sudor de nuestra frente,/to pa los terratenientes,/pa que hicieran la faena./Rojos contra la pared,/Blas Infante por los muros,/no al ciento cuarenta y tres,/sí al ciento cincuenta y uno/cómo se puede olvidar/veinte años de libertad,/libres libres para siempre,/qué bonita Navidad/de aquél cuatro de diciembre.

Prácticamente desde la transición hasta nuestros días, el amor por Andalucía ha quedado de manifiesto de mil maneras en las letras del carnaval gaditano. Se le ha cantado a los braceros andaluces, a los que tuvieron que emigrar a otras regiones como Cataluña para ayudar a su engrandecimiento, incluso al acento, ese que alguno desprecia. Yo presumo de ser andaluz/y me identifico con el habla./Que es un dialecto lo dices tú,/pero yo te digo que es el alma (…). Así arrancaba un hermosísimo pasodoble la comparsa Soldaditos en 1989.

La expansión

Sea como fuere, con Fiestas Típicas o con carnavales, la viejita de occidente siempre ha presumido de ser la más cantada, la que cada año recibía una retahíla de piropos de poetas callejeros inspirados por playas custodiadas por castillos. Sin embargo, esa fiesta, que fue muchas veces tildada de localista, de egocéntrica y hasta chovinista, prendió en otras provincias y actualmente puede decirse que el Carnaval de Cádiz tiene un carácter multiprovincial. Desde las ocho provincias andaluzas han llegado agrupaciones al Concurso y, algo impensable hace sólo una década, autores sevillanos han conseguido éxitos en la modalidad de chirigotas, la más exportable sin duda.

A esa explosión de populismo contribuyó sin duda la irrupción de la televisión. En 1981, RTVE emite por primera vez un tramo de la gran final en diferido, una gran final eterna en la que participaban seis agrupaciones por modalidad y en la que incluso había concursos local y provincial. Sin embargo, no fue hasta la llegada de Canal Sur en 1990 cuando las retransmisiones cobran otro cariz. Las finales se emiten íntegramente, en directo, e incluso cambian su día habitual del jueves al viernes para que miles de andaluces no tengan que madrugar al día siguiente. Con anterioridad a esa apuesta decidida del ente autonómico, la tele despertaba tanta expectación como recelo y se le dedicaban letrillas punzantes, como la que la chirigota El crimen del mes de mayo interpretó en la final del 89. Hay que ver que suerte tengo/ otra vez salgo en la tele/porque están retransmitiendo en directo la final/a ver si me coge entero que me está viendo mi mare/que ha comprado un vídeo nuevo porque me quiere grabar/otra vez está aquí la tele imponiéndono sus leyes/unas leyes que sin duda habrá que aceptar/fuera los decorados/te limitan el tiempo/ellos son los que mandan y nos tenemos que aguantar/y para que esto empiece/como unos niños buenos/hay que esperar que acabe el programa nacional/ya está bien de quedarse/con to los gaditanos/ya está bien de ofrecernos todas esas falsas promesas/que luego no valen na/no queremos limosnas/tenemos nuestro orgullo/quiero que se transmita íntegra toa la final/en nuestros carnavales/nadie es imprescindible/y menos una tele que no entiende esta afición/como sigáis con esto/ya podéis coger los tiestos/y tirarse con sus cuentos/que tendremos carnavales/quiera o no televisión.

Sin embargo, hay un programa en especial que marca un antes y un después de la fiesta y su expansión por Andalucía. Manolo Casal y Modesto Barragán estrenan en el verano del 96 El ritmo del Tangai, en el que se hacía un repaso a los principales autores y agrupaciones a través de las coplas desde sus inicios. Aquello resultó un boom que le hizo ocupar las mejores franjas horarias e incluso ser emitido por otras televisiones autonómicas. En la tele salen los famosos, y famosos pasan a ser muchos carnavaleros, desde Selu García Cossio hasta el grupo del Love pasando por Martínez Ares, que con su peculiar forma de entender la comparsa engancha a un público muy joven, hasta otros autores consagradísimos como Antonio Martín, Quiñones, Juan Carlos Aragón, que por entonces daba sus primeros pasos chirigoteros, Tino Tovar, El Sheriff, José Guerrero Yuyu, Manolo Santander, Julio Pardo… y muchos otros. Comienza la fiebre carnavalesca en toda Andalucía, decenas y decenas de actuaciones de una punta a otra y mucho dinero moviéndose de un lado a otro, tanto proveniente de las galas como de la venta de CD. Baste decir que Los Piratas, de Martínez Ares, llegaron a rozar el Disco de Oro al vender más de 45.000 copias entre CD y cintas. Esa tónica se ha mantenido hasta estos últimos años, donde la crisis económica ha provocado a muchas administraciones recortar las contrataciones de agrupaciones, cuya principal fuente de ingresos es ahora la iniciativa privada, las salas de fiesta y discotecas donde, la última moda, es realizar piques entre dos grupos con tirón que se colocan a la par en el escenario y van retándose con sus coplas. Morbo carnavalesco en estado puro.

La industria

Mucho han cambiado los tiempos en estos 30 años. De aquellos forilllos negros ante los que se situaban las agrupaciones en el escenario, se ha pasado a auténticos montajes escénicos de primer nivel. Esto ha permitido el nacimiento de una industria en torno a los artesanos que ha creado riquezas y puestos de trabajo.

Teniendo en cuenta que en cada Concurso del Falla la media de agrupaciones es de 160, y que de ellas un buen número invierte muchos miles de euros en su puesta en escena, estamos hablando de una fuente importante de ingresos para un sector en auge. Empresas como RAS Artesanos han comenzado a trabajar con otros artistas de gran nivel. De hecho, se van a encargar de la escenografía del último espectáculo de Sara Baras, La Pepa, que estrenará este lunes 19 de marzo en el Gran Teatro Falla y que llevará de gira por todo el país.

Imparable

Una de las cualidades del Carnaval gaditano es que jamás ha retrocedido ante nada. Y eso lo lleva a gala. Ni siquiera la tarde del 23-F, cuando el Congreso estaba secuestrado a manos de Tejero y media España se refugiaba en su casa a esperar noticias, se detuvo el Concurso en el Falla. Cádiz vivió con normalidad una jornada en la que a las 18:23, mientras la comparsa infantil Duendecillos carnavalescos elevaba su voz, en el Congreso resonaba aquel Al suelo todo el mundo, que al día siguiente parodió el cuarteto de Ricardo Villa Cuatro parlamentarios parlanchines y estrafalarios con un grito que se hizo popular aquellos carnavales. “Al suelo, al suelo, que viene Tejero”, y que se coreaba en todas las calles, como queriendo quitarle hierro a lo que pudo haber sido y no fue.
Diez años después, durante la primera Guerra del Golfo, se elevaron algunas voces pidiendo la suspensión del Concurso carnavalesco gaditano, que, evidentemente, tampoco consiguieron su propósito. De hecho, la misma noche que George Bush ordena que comiencen los bombardeos sobre Bagdad, en la capital gaditana suenan los primeros acordes de guitarra en los ensayos generales que preludian la fiesta. El Carnaval de Cádiz es imparable.

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