Almería: La superación del síndrome de esquina

Por Antonio Lao, director de Diario de Almería. Foto: María Belén Garre

La autonomía ha permitido a Almería un reencuentro con Andalucía, aunque mantiene su carácter levantino. La agricultura ha sido el motor de desarrollo de una tierra ‘olvidada’

Unos días antes de que se celebrara el referéndum sobre la iniciativa del proceso autonómico de Andalucía del 28 de febrero de 1980, los partidarios de la convocatoria -casi todos-, hicieron una pintada en una de las viviendas que alberga la estación de tren de Guadix en la que se podía leer, en letras grandes y de color verde: “Autonomía, hasta con Almería”. El resultado de aquella convocatoria ya lo conocen. Almería fue la única provincia que no alcanzó la mayoría absoluta del censo, exigida en el artículo 151 para aprobar la autonomía por esta vía. Sobre un censo de 284.139, los votos a favor fueron 119,550 (el 42,07%), los votos en contra 11,450 (el 4,02%) y se abstuvieron 139,199 (el 48,98%).

Tras un intenso debate político y ciudadano, manifestaciones y declaraciones de todo tipo, el Gobierno que entonces presidía Adolfo Suárez dio por válido el resultado y esta tierra prosiguió adelante con el proceso autonómico, por la vía rápida, “hasta con Almería”.

Han pasado más de tres décadas y esta provincia, en argot coloquial, no la conoce ni “la madre que la parió”. La frase, muy extendida entre los dirigentes socialistas que han gobernado todo este tiempo, no resulta igual de convincente si la escuchas de los que han estado en la oposición (PP) y ahora aspiran a liderar el cambio.

En el término medio debe estar la virtud. Con ser cierta la aseveración, no lo es menos que la provincia más oriental de Andalucía ha pasado de ser la cenicienta de la comunidad autónoma a liderar las exportaciones, a contar con universidad propia, a tener una de las redes de autovías más modernas de la región o a ser puntera en industria alimentaria, energía eólica o solar, y a duplicar su renta per cápita, pasando de 9.000 a superar ampliamente los 18.000 euros por habitante.

El avance más importante que ha experimentado Almería ha sido en comunicaciones. A la A-92, terminada diez años más tarde de lo previsto, pero culminada, hay que sumar la autovía del Mediterráneo. Posiblemente la obra pública que más ha impacto, de forma positiva, ha tenido en el desarrollo territorial de esta provincia. La apertura de mercados provocada por esta vía de comunicación no es comparable a cualquier otro avance significativo de estos años. “Poder situar los productos hortícolas de la provincia en los mercados europeos en menos de un día eclosionó el crecimiento de esta tierra”, recuerda el que fuera diputado José Antonio Amate. Durante su etapa como secretario provincial socialista y siendo ministro de Obras Públicas (Fomento) Javier Sáenz de Cosculluela, se logró modificar el Plan de Carreteras estatal para dar salida a una producción de hortalizas capaz de abastecer Europa y facturar al año 2.000 millones de euros. Entonces y ahora el número de camiones que cada día inician el viaje a los mercados del viejo continente supera los dos mil.

En paralelo a la mejora de las infraestructuras en una tierra olvidada como era Almería y con el síndrome de esquina instalado en el subconsciente de los que aquí habitan, la provincia ha vivido en este tiempo la mayor eclosión agrícola-industrial que se conoce, comparable sólo al desarrollo que a finales del XIX y principios del XX mantuvo con la minería del hierro, el oro y el plomo en el Levante o en el alto Almanzora.

La industria agroalimentaria es hoy el principal motor económico de esta tierra, capaz de facturar al año más de 1.200 millones de euros y exportar tecnología agraria a países terceros del Magreb, Latinoamérica o Turquía. El desarrollo ha estado ligado a la capacidad de reinventarse y de innovar de los que aquí habitan y con el apoyo decidido de la administración autonómica que vio siempre en la agricultura la posibilidad, cierta, de poner en valor la mayor riqueza de Almería: el sol y una climatología benigna.

En el conocimiento, la Universidad de Almería es la joya de la corona. Fue creada en julio de 1993 por el Parlamento de Andalucía con el objetivo de ser el “instrumento de transformación social, que oriente y contribuya al desarrollo económico, cultural y científico de la sociedad almeriense, proporcionándole los profesionales adecuados y las enseñanzas que mejor respondan a su perfil histórico, económico y cultural”.

El embrión fue un Colegio Universitario que en 1989 se estructura como Campus Universitario y pertenecía a la Universidad de Granada. La ley de creación de la Universidad de Almería estableció un periodo transitorio, de 1993 a 1997, hasta que la Universidad alcanzara su plena autonomía.

En abril de 1997 se creó el claustro constituyente, con la tarea de elaborar los estatutos de la Universidad de Almería, que se aprobaron en junio de 1998 y entraron en vigor al final del curso 1998/99. En ese momento, la Universidad se dotó de sus órganos de gobierno definitivos y alcanzó su pleno funcionamiento en régimen de autonomía.
En la actualidad se imparten en la Universidad 29 titulaciones y cuenta con 681 profesores y 15.020 alumnos. Su campus, situado a siete kilómetros de Almería, se levanta en primera línea de mar en la carretera que une Almería con el parque natural marítimo-terrestre de Cabo de Gata-Níjar.

El respeto por el medio ambiente ha marcado los últimos 30 años. Tres parques naturales (Sierra de María-Los Vélez, Sierra Nevada y Cabo de Gata-Níjar) son el símbolo sobre el que se asienta una política medio ambiental, preñada de luces y de sombras. Si El Algarrobico es un borrón, no es menos cierto que el espacio natural de Cabo de Gata ha supuesto un antes y un después para esta tierra lastrada por los residuos del plástico en los invernaderos y por unos acuíferos esquilmados y salinizados.

El Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, con una de las franjas costeras de mayor belleza y riqueza ecológica del Mediterráneo occidental, es el primer Parque Natural marítimo-terrestre de Andalucía. Con una extensión de 34.000 hectáreas, a las que hay que sumar una franja marina de una milla de anchura (12.000 hectáreas).

El núcleo fundamental del Parque Natural lo constituye la Sierra del Cabo de Gata, macizo montañoso volcánico, cuyo flanco suroccidental cae directamente sobre el mar Mediterráneo, formando abruptos acantilados interrumpidos por pequeñas ensenadas en las desembocaduras de los principales barrancos que erosionan las laderas de la sierra.
La fuerte personalidad de este espacio natural deriva, en esencia, del origen volcánico de las dos terceras partes de su superficie y de las exigentes condiciones que le vienen impuestas por un clima local excepcionalmente seco y unas evidentes carencias de suelo. A consecuencia de su estructura volcánica, la sierra se resuelve en un conjunto de picachos, pitones, crestas y domos, que dan origen a un paisaje escarpado y disectado.

El Parque Natural incluye, asimismo, una orla costera de salinas de 300 hectáreas que, por su situación geográfica, constituye la escala obligada entre Europa y África para numerosas aves en sus rutas migratorias y hábitat ideal para la nidificación de otras especies. Hoy es el referente de la provincia.

Hasta ahora, muchos nombres y poco poder

Muchos han sido los hombres y mujeres que esta provincia ha aportado a la construcción autonómica. Aunque poder, de verdad, sólo han tenido dos. El mayor ha sido Martín Soler. Consejero de Agricultura, primero, y de Innovación, Ciencia y Empresa después, hasta mediados de legislatura, cuando se produce su ruptura con José Antonio Griñán. Soler ha sido el estilete de la provincia en el siempre complejo mundo político andaluz.

Gran peso también ha tenido la que todavía es presidenta del Parlamento, Fuensanta Coves. Mujer del ámbito cercano a Griñán, la dirigente socialista fue en las dos anteriores legislaturas consejera de Medio Ambiente y en la última la segunda mujer que ha ocupado la Presidencia del Parlamento andaluz. La provincia ha contado con otros consejeros, como Inmaculada Romacho, en Educación; José Luis García de Arboleya, en Salud, o Manuel Recio, en Empleo.
Poco más en puestos de relevancia en el Gobierno andaluz, aunque la nómina de parlamentarios andaluces ha sido muy amplia tanto del Partido Socialista como en el Partido Popular. Incluso, en la famosa legislatura de la pinza, Almería contó con un diputado de Izquierda Unida, José Román, muy activo durante el tiempo que formó parte del Parlamento regional. Los demás cargos han sido siempre menores.

Hasta ahora, los diputados por Almería en el Parlamento regional no han tenido demasiado poder, pero el 25 de marzo puede ganar las elecciones uno de ellos. El presidente andaluz del PP, Javier Arenas, tomó en 2008 una decisión estratégica: encabezar la lista de Almería. El éxito de su iniciativa resolvió de un plumazo el efecto negativo de las dos escisiones que había tenido su partido en la provincia, le dio una gran ventaja sobre los socialistas y puso a Almería en el centro del foco; lejos de la esquina. Un diputado por Almería puede ser el próximo presidente.

Una Respuesta a “Almería: La superación del síndrome de esquina”

  1. manuel dice:

    ¡LA DELEGADA DEL GOBIERNO DE LA NACIÓN TAMBIEN ES DE ALMERÍA, DE ADRA!
    UN SALUDO.-
    Mc.-