Canal Sur: La ballena de Jonás
La RTVA nació en 1987 buscando la equiparación con vascos, gallegos y catalanes como una millonaria “máquina de desarrollo cultural” y vertebradora. La Junta ha invertido desde 1989 unos 3.000 millones de euros en la corporación que en 2011 tuvo un 12,2% de cuota de audiencia.
No nos dejes caer en la tentación. Pero si los catalanes, vascos y gallegos disponían de sus canales, con sus telediarios, sus programas de cantantes, sus presentadores sonrientes, sus partidos de fútbol y su Dallas doblado a la lengua autonómica, en Andalucía las aspiraciones y los sueños, entre el complejo y las ansias, apelaban a toda costa hacia la equiparación con el Norte. Y tener una radiotelevisión propia era una oportunidad fácil de ser como ellos. Aunque no económica: 3.000 millones de euros, casi 500.000 millones de pesetas, ha invertido la Junta de Andalucía en 23 años de emisiones.
En diciembre se cumplirán 25 años de la autorización parlamentaria para la creación de la RTVA, de Canal Sur. El 9 de diciembre de 1987 nace el ente, “una máquina de desarrollo cultural de Andalucía”, aunque los políticos siempre vieron en ella una oportunidad para la propaganda y el lucimiento, a imagen y semejanza del que durante muchos años fue el único modelo de televisión en España, TVE. Una máquina, una ballena, que ha cumplido un cuarto de siglo, más dispuesta al entretenimiento que a la formación y que parece vararse en poco más del 12% de audiencia entre sus dos canales (más una emisión en pruebas en HD) en el mar de la treintena de canales de la TDT y los más de 300 que puede disponer un cliente de pago. Con internet como un océano infinito donde se pierden los contenidos, Canal Sur, que nació con toda la ilusión que cabía en un mapa, llegó cuando los andaluces sintonizaban sólo dos cadenas públicas nacionales, con la emisión matinal recién estrenada y con las privadas, autorizadas con resquemor por el Gobierno de Felipe González, aún en proceso de gestación.
El entonces presidente José Rodríguez de la Borbolla encomendó a un ex gobernador civil de Cádiz y director general de Medios de Comunicación de la Junta, Salvador Domínguez, la puesta en marcha de Canal Sur Televisión. Ya se habían iniciado las emisiones de la radio, y no hubo remilgos financieros para hacer realidad ese avión de papel, con los colores de la bandera andaluza, que presidía el redondeado logotipo, y cuya sede inicial se levantaba sobre unos terrenos cedidos a RTVE en 1985, en San Juan de Aznalfarache. Para la inauguración se trajo a Julio Iglesias y a Rocío Jurado, aunque la carpa donde se iba a ofrecer el espectáculo en la festividad del 28-F de 1989 la arruinara el viento (alguno vio la predestinación en esa imagen). Canal Sur nacía de lujo y con una nueva fórmula, la externalización de sus contenidos estelares, la contratación de programas de productoras, que venían así a promover un tejido de industria audiovisual en Andalucía: Canal Sur, la máquina; las productoras, los vagones.
Esa programación por la que desfilaban los recuperados Pepe Navarro, Emilio Aragón (cinco años en el paro y a partir de Saque bola ya no paró) o Paco Lobatón al frente del noticiario nocturno, se llevó de inmediato los 12.000 millones de pesetas previstos para todo el 89, que se gastaron en los primeros meses. El desfase era inevitable por el entusiasmo presupuestario de Domínguez, que fue cesado en julio para dar paso a Manuel Melero. Para mantener el ritmo y enjugar las cuentas con los acreedores, la subvención se disparó a 25.000 millones, 150 millones de euros, en 1990. El cetáceo audiovisual parecía no tener medida en su apetito. Canal Sur se concibió como una TVE en pequeñito, para nosotros, como una cadena dimensionada para otros tiempos, de escasa competencia. Ese origen se convierte en rémora para esta época en la que la competencia se ha multiplicado por diez y los ingresos publicitarios no dejan de menguar pese a quedar RTVE (que llegó a tener un billón de pesetas de deuda) fuera del juego publicitario.
Con una deuda a corto plazo de 20,7 millones de euros y vislumbrados 30 millones de déficit para este año, porque entre la subvención de la Junta y la publicidad no se cubren los 212 millones del presupuesto, bien le vendría al director general de la corporación, Pablo Carrasco, regresar al pasado y participar en Número rojos, el concurso de moda hace diez años (lo veían medio millón de andaluces): la sonrisa de Agustín Bravo era el pasaporte para saldar crisis a cambio de preguntas facilitas, pruebas de habilidad y voces a grito pelado. La plantilla de la RTVA, que partía en su nacimiento de unos 547 trabajadores, fue creciendo a un ritmo, casi constante, de 200 empleados por trienio, hasta llegar a un tope de 1.682 miembros en 2008. Un crecimiento que venía unido a la ampliación de instalaciones, como el centro de producción de Málaga, compensación anti-centralista; de la parrilla, desde 5 horas diarias a la programación ininterrumpida; de canales, Canal Sur 2 nacía en 1997, y de servicios, como la señal vía satélite, el teletexto (1997) o su magnífica web. Y una distribución de equipos en 10 centros territoriales (uno por provincia, más Jerez y Campo de Gibraltar) para las cadenas de radio y televisión, más equipos destacados en Madrid, Bruselas y Rabat.
El coste actual de la plantilla supone 96,5 millones de euros al año, tres cuartas partes de la subvención que en 2012 aportará la Junta (la Generalitat catalana aportó a la TVC 350 millones en 2010 y recortará a 260 millones en este año, para más de 2.000 trabajadores). Al gasto de personal hay que añadir los 71 millones en contenidos ajenos (con 57 millones para espacios de productoras) o los 30 millones en gastos generales de intendencia general. La RTVA es una criatura de otro tiempo, de lejos parece invertebrada, pero precisamente se creó para vertebrar Andalucía.
En estos 23 años de emisiones el acento andaluz, los acentos andaluces, se han instalado con naturalidad en los receptores. El castellano neutro presidió la televisión en España hasta bien entrados los 90. Además de presentadores y reporteros, los actores andaluces han irrumpido, sin complejos de dicción, en las producciones nacionales. Una de las canteras de los actores han sido los seriales de Canal Sur. Arrayán, estrenado en 2001, ha superado los 3.000 capítulos y por él y sus antecesores, como Plaza Alta, han pasado decenas de intérpretes que dieron el salto nacional.
La telenovela nocturna aún congrega a medio millón de espectadores, pero superó los 900.000 seguidores de media en 2005, en los meses de liderazgo. La telenovela sudamericana de sobremesa, otro habitual en la programación, también ha llegado a tener casi medio millón de espectadores.
Con el nuevo siglo Canal Sur mejoró en sus cifras de espectadores, tomó sin dudas el camino del entretenimiento y centró sus esfuerzos en una audiencia segura e identificable: público mayor de 65 años, de entorno rural, clase media o media-baja. Los magacines matinales y vespertinos están orientados claramente hacia ese sector, y lo que comenzó como una sección sin más, la búsqueda de parejas en Punto y medio, vino a ser el armazón de sus sucesores, La tarde con María y La tarde, aquí y ahora, presentado y producido por el propio Juan y Medio. Los ancianos en busca de pareja vinieron a sustituir las tertulias del corazón, eje de los programas que llevaron Irma Soriano o Agustín Bravo, y temática que arrancó en la cadena andaluza con Tómbola, aunque la RTVA eliminó en los primeros meses esta caja de pandora del corazoneo de dudoso gusto allá por 1997.
El último gran éxito de la programación andaluza, estrenado en la última etapa del director Rafael Camacho, Se llama copla, llegó a superar el 30% de cuota de audiencia, animando unas noches de sábado huérfanas ya sin el partido liguero. El talent show de Caligari tomaba el relevo de un programa de la primera parrilla, Las coplas, con Carlos Herrera, un rostro y voz de repercusión nacional, que durante años encontró en la RTVA su lugar de expansión.
La retransmisión de fiestas (Semana Santa, Carnaval de Cádiz, ferias, ferias taurinas) han dotado de un papel de cercanía a Canal Sur, por encima de críticas localistas. Una cercanía también lograda con los informativos provinciales, pero es una calidad que siempre ha conseguido con más pericia Canal Sur Radio, que cuenta con una mejor impresión de la audiencia en general que su hermana mayor, la TV.
Otros contenidos, reportajes o documentales, tienen un papel secundario en la cadena, recalando en su mayoría en Canal Sur 2 o relegados a altas horas de la madrugada. La máquina cultural no ha funcionado como podía concebirse en principio de forma algo ingenua, pero ha habido programas notables del género como Retratos (con reposiciones constantes), 60 minutos o Andalucía es su nombre, y veteranos espacios de actualidad y divulgación que mantienen esa idea de vertebración andaluza e interés general como Tierra y Mar, Al sur, Salud al día, Los reporteros, Destino Andalucía, Tecnópolis, El público lee, o Toros para todos. A pesar de su calidad, todos ellos sufren la deserción de espectadores. El apagón analógico, iniciado en noviembre de 2005 y culminado en la primavera de 2010, amplió el abanico de cadenas en abierto a una treintena. Las cuotas han pasado del máximo que tuvo Canal Sur, 20,2%; y 5,5 Canal Sur 2, en 2005 (24,7% de la audiencia andaluza) al 10,7% y 1,5% (12,2%) que tuvieron de media en 2011. La Champions, con unos abultados derechos (unos 200.000 euros por partido), ha sido el filón más eficaz de audiencia para la RTVA en las últimas temporadas. La debacle es por la fragmentación, pero también por un modelo de programación en el que no se reconocen millones de andaluces, que ya no suelen recalar ni por cuestión de zapping en Canal Sur, como demuestran el bajo índice de seguidores que tienen películas, series o deportes minoritarios, que en los pases de otros canales lucen mejores datos. Una programación y estilo conservadores para un partido progresista perpetuado en el poder. La paradoja de la Andalucía audiovisual.
La fragmentación ha dañado especialmente al segundo canal en la programación infantil, que era su mayor apoyo, con el contenedor La banda, frente a la creciente competencia de la TDT. Doraemon y Shin Chan, dos dibujos japoneses, fueron en estos años los líderes de Canal Sur, hasta que fueron fichados por la competencia. Precisamente el Consejo Audiovisual Andaluz, nacido en 2005, tuvo alguno de sus primeros caballos de batalla en la emisión de series de animación impropias para el horario protegido en el segundo canal.
Los directores generales de la RTVA (cuestionados junto a sus directivos por los altos salarios) han sido personas allegadas al presidente de la Junta. Rafael Camacho se sentó en el sillón de San Juan procedente de la portavocía del Gobierno. Esa situación siempre hizo sospechosos los contenidos informativos de la RTVA. La complacencia con el poder siempre ha condicionado la credibilidad de Canal Sur. El presidente Manuel Chaves nombraba en 2008 a Pablo Carrasco, forjado en la autonómica y repescado tras cesar en TVE, buscando un nombre de consenso (infructuoso) con el PP que timoneara un tiempo de reconocible independencia en la RTVA, a semejanza de lo concebido por Rodríguez Zapatero para la cadena nacional. Una buena intención en un mal momento político, económico y mediático. La ballena sigue devorando a Jonás.
Productoras con la pólvora mojada y recortada
Unos 4 millones de euros invierte anualmente Canal Sur en el serial de las noches, Arrayán, de la productora Linze (Endemol), que se convierte en la única apuesta actual por la ficción en la autonómica. Mientras la principal competencia pugna con series propias en el horario estelar, la RTVA nunca ha dado un paso en firme hacia los contenidos de ficción y Linze actúa de robinson andaluz en el género.
Las productoras andaluzas que nacieron al abrigo de los encargos de la autonómica, una cuarentena de firmas de las que muchas de ellas están ahora al filo del abismo (englobando a unos 3.500 profesionales), han servido sobre todo al entretenimiento en los encargos estelares, aunque hay buenas excepciones en la divulgación y el reportaje. ZZJ con Menuda noche y el magacín de tarde (que ahora produce Índalo y Media, de Juan y Medio); fue durante años la productora con más volumen facturado, por encima de los 4 millones en 2008, con Rafael Camacho de director general. Pero eso eran otros tiempos. Una de las primeras decisiones de Pablo Carrasco fue recortar el presupuesto de cada proyecto en un 10%, un ajuste que se ha ido apretando en temporadas sucesivas. Para este año se estima que el coste de producción ajena será de 57 millones, una cuarta parte del presupuesto de la RTVA, en línea con otros ejercicios, aunque en los primeros años habría que calificar de auténtico despilfarro esta vertiente.
Canal Sur Televisión, como motor del tejido industrial audiovisual en Andalucía (una de sus consignas como servicio público), ha sido la llama para las productoras, aunque durante estos 23 años de emisiones no hayan surgido formatos andaluces que hayan destacado en el panorama nacional.
La ruina de las cadenas locales
El sinuoso alcalde jerezano Pedro Pacheco presentó un órdago cuando creó la cadena municipal de televisión Onda Jerez, nacida a la par que Canal Sur, y que vino a reproducir todos los defectos de los grandes canales públicas: plantilla desorbitada, sueldos de directivos desproporcionados y pleitesía a las recomendaciones del gobierno de turno. El Ayuntamiento de Jerez ha presentado concurso de acreedores para ir solucionando el déficit de 7,7 millones de euros que le supone la radiotelevisión local. La plantilla de Onda Jerez cuenta con 81 trabajadores, los mismos que toda una cadena nacional como La Sexta, y su coste se aproximaba a los 4 millones de euros anuales, casi las tres cuartas partes de su presupuesto. Lo sucedido con Onda Jerez, y que se puede extrapolar a otras localidades con el caso del meteórico endeudamiento de la sevillana Giralda TV, es ejemplo de cómo al cabo de los años han desembocado estos juguetes rotos de los políticos, de esos munícipes que les hacía en su momento mucha ilusión copar la pantalla y codearse en el mando con las cadenas de las estrellas.
Perviven tras el apagón analógico, que vino a regularizar el sector local. Unas 50 emisoras cuentan en Andalucía con su correspondiente licencia, aunque no suelen superar el 0,5% de audiencia. Una cadena afín a los intereses del PP, Metropolitan, con la municipal Onda Cádiz de motor, irrumpe con fuerza en el panorama, con una riada de cadenas municipales endeudadas.
Estamos viviendo una guerra mediatica por parte de los medios privados para quedarse con la tarta completa, nos engañan haciendonos creer que la television publica es la causa de la crisis, y sin embargo se olvidan de cuantas criaturas viven de esto, perosonal que en su mayoria se sacrificaron para sacarsus plazas de empleado publico, que por cierto estan para todo el mundo, parece que queremos engordar aun mas las listas del paro, cargandonos el pilar mas importante del sector audiovisual andaluz.
Privatizaciones? Je je a quien? Al colega de turno no? Y hacemos una pseudocadena tipo intereconomia, tele 5 o la basura de antena 3 con sus maravillosos informativos tan neutrales.
Lo que hay que exijir es que se dimensione bien, nada de subdirectores de subdirectores, y dejemos de buscar culpables donde no los hay.
Olé!
Enhorabuena por su artículo. Lo incluiré en mi tesis doctoral
[...] de los mejores informes sobre Canal Sur fue el realizado por el periodista Francisco Andrés Gallardo, en los especiales del Grupo Joly: El coste actual de la plantilla supone 96,5 millones de euros al año, tres cuartas partes de la [...]