Energía: Tres décadas de revolución renovable

Por Raquel Montenegro, jefa de Sección de Huelva Información. Ilustración: Rosell

Andalucía se ha volcado en la energía ‘verde’ y ha conseguido situarse como líder por la variedad de su ‘mix’ energético.

La comunidad autónoma andaluza nacía en 1982 con una industria energética por desarrollar, como tantas otras materias. Hace 30 años la red andaluza se basaba en 120 instalaciones de generación eléctrica, dos refinerías y una deficiente red de transporte. Hoy, la comunidad ha logrado el autoabastecimiento eléctrico, ha reforzado sus redes de transporte y ampliado sus refinerías y planta de regasificación, pero, sobre todo, se ha convertido en referencia en la investigación y desarrollo de las energías renovables. La principal debilidad sigue siendo la fuerte dependencia de los combustibles fósiles, que obliga a importar la mayor parte de su consumo de energía primaria (hasta en un 90%).

La punta de lanza, el matiz diferencial durante todas esas décadas ha sido la apuesta por la energía verde, “clara y rotunda”, asegura el presidente del Centro Tecnológico Avanzado de Energías Renovables, Valeriano Ruiz. No en vano, ya en aquel 1982 se iniciaba en Tarifa una experiencia pionera: el primer aerogenerador conectado a la red eléctrica general, del entonces Ministerio de Industria y Energía. Más conocido como Mazinger (en honor al famoso dibujo animado), era el primer pilar de los cientos que pueblan hoy los campos andaluces. También se encontraba en Málaga la planta de Isofotón, la primera fábrica de células y módulos fotovoltaicos de España. Eran los años del carbón, la materia prima de la diversificación energética tras la crisis del petróleo de 1973 y con la moratoria nuclear en lontananza (se aprobaría en 1984).

Andalucía se situaba a la vanguardia de la tecnología verde mientras llegaba a Huelva (1988) la primera y hasta ahora única planta de recepción, regasificación y almacenamiento de gas natural, acompañada del gasoducto Huelva-Sevilla. La comunidad se ponía en el mapa gasista con la segunda regasificadora del país (después de Barcelona), ampliada poco después con la construcción del vital gasoducto hasta Madrid (y de ahí al norte del país).

El gas se convertiría en el combustible de los 90. La previsión de alta disponibilidad de gas natural, sumada a la liberalización del sistema eléctrico, impulsa la instalación de los ciclos combinados en todo el país. Andalucía Occidental, con la puesta en marcha del gasoducto del Magreb y su regasificadora, se convierte en un punto clave para la expansión de estas centrales. Hasta 27 grupos de ciclo combinado con 10.600 megavatios de potencia tramitaron su instalación en la comunidad, la mayor parte de ellos en Huelva y Cádiz, provocando las protestas ecologistas y ciudadanas (desde muchos sectores se admitió que la concentración era excesiva) mientras la Administración defendía la mejora medioambiental que suponían. Esa preocupación ecologista, no obstante, no servía para impulsar en Andalucía la instalación de nuevos parques eólicos. Según recuerda el presidente de la Asociación de Promotores y Productores de Energías Renovables de Andalucía, Mariano Barroso, hubo un parón administrativo que “supuso un retraso de años en los que podíamos haber avanzado mucho, creando empleo y tejido industrial; en cambio, nos adelantaron otras CCAA”.

El Plean (Plan Energético de Andalucía) pondría fin a ese parón con sus ambiciosos objetivos en renovables. Si la primera planificación de la comunidad buscaba acercar los parámetros de calidad de las infraestructuras y servicios energéticos a la media nacional, el Plean se estructuraba en torno al compromiso europeo de reducción de emisiones y aumento de las renovables, marcándose como objetivo un 15% de participación de estas sobre el total y con el ahorro y la eficiencia como conceptos energéticos prioritarios.

Andalucía entraba así en el siglo XXI dando un fuerte impulso a las renovables. Gracias a un sistema de primas que priorizaba las llamadas energías limpias entre 2004 y 2011 la potencia eólica, por ejemplo, prácticamente se multiplicó por 10 y se desarrollaron otras tecnologías.  Mediante la instalación de los ciclos combinados y la expansión de las renovables, la comunidad autónoma alcanzaba un objetivo: la autosuficiencia eléctrica. Y en paralelo hacía una apuesta por la energía termosolar, tras los trabajos realizados desde hace 25 años en la Plataforma Solar de Almería, uno de los centros de investigación más importantes a nivel mundial en esta tecnología. En 2006 iniciaba las pruebas la PS10 de Abengoa en Sanlúcar la Mayor, la primera central termosolar de torre comercial del mundo, seguida por la PS20 y la Gemasolar, además de las centrales de canal parabólico de Granada.

El crecimiento energético alcanzaba también al gas, con la progresiva ampliación de la planta de regasificación y la puesta en marcha de yacimientos y nuevas conexiones, la más importante de ellas la nueva conexión internacional de Medgaz. Y a la industria del petróleo: Cepsa ejecutó una de las principales inversiones industriales de Andalucía con la casi duplicación de la capacidad de refino de su instalación onubense. A ello se unían las industrias de producción de biocarburantes.

Con estos avances, Andalucía ha entrado en la nueva década con 14.681 megavatios de potencia instalada para generación eléctrica, un tercio de ellos en renovables; una capacidad de refino de crudo de 21,5 millones de toneladas anuales, una red de transporte de energía eléctrica reforzada y las conexiones internacionales e instalaciones antedichas de gas natural. El futuro parte con el reto de la autosuficiencia y un debate abierto (en realidad nunca ha llegado a cerrarse) sobre el modelo a seguir, con una interrogante sobre la viabilidad de las primas a las renovables, suspendidas por el momento para luchar contra el déficit tarifario del sistema eléctrico. Para Valeriano Ruiz nos encaminamos  a “la autoproducción y generación distribuida, según la cual cada consumidor en Andalucía debería convertirse en generador, con beneficios para él, para el conjunto de la sociedad y para el planeta Tierra en su conjunto”. Un reto más para la próxima década.

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